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Varios

Testimonios escalofriantes

Sin muchas palabras ya que apenas tengo tiempo, quiero dejar un enlace a la bitácora Vida de un profesor en el que hoy se publican dos testimonios de profesoras que han trabajado en Filadelfia, en Estados Unidos.
El primer post sobre el tema es No trabajes en Filadelfia y el segundo: No trabajes en Filadelfia II.
Aunque no hayamos llegado en España a estos excesos, me inquieta el temor de estar en ese camino. Problemas familiares y sociales. Yo creo que en España es la familia la que aún lucha para que los hijos no hagan barbaridades; pero me temo que la crisis familiar, junto con la socio - económica, nos conduce en esa triste dirección.

Más sobre el amor

Só lo es una anotación que apunto aquí de manera rápida que está relacionada, no con la existencia del amor, pero sí con su necesidad, aunque más bien, con la consideración del amor como un medio.
De adolescente, hace ya muchos años, leí el librito Hambre de Knut Hamsun (1859 - 1962). La novela me interesó. Recuerdo, mi memoria es muy flaca, que el protagonista, cuando podía comer algo, pese a su hambre devolvía lo comido. Este hecho entonces me llamó la atención. Posiblemente fuera en los pprimeros años de los sesenta y entonces se hablaba bastante en España de la época del hambre por la que pocos años antes se había pasado.

Hoy, recorriendo blogs, me he encontrado en sbllop un artículo sobre Hambre. En el enlace sobre el autor de esta novela, que yo he puesto en primer lugar, habla sobre la difícil profesión de escritor y pone estas palabras:
Marie Hamsun, esposa del poeta durante más de 40 años, cuenta en su libro de memorias, Arco Iris (1953), cómo sufría el resto de la familia cuando Knut meditaba sobre sus libros sin ser capaz de "arrancar". En tales períodos se encontraba deprimido y era inmensamente infeliz. Muchas veces prometió a su familia y a si mismo que tal libro, una vez acabado, sería el último. Por desgracia – o afortunadamente dirían los admiradores de su arte – era una promesa que le fue imposible cumplir.

Después de haber contraído matrimonio con Hamsun, Marie, asombrada, escuchaba las repetidas quejas de su marido sobre las múltiples aflicciones que conllevaba la tarea del escritor. Marie, no obstante, supo entender el juego. Aunque él hablaba con desprecio del "garabateo", ella entendió que este garabateo le proporcionaba una verdadera alegría. Dice ella: "Mi amor también debe haber formado parte del ambiente que le era necesario para alcanzar la auténtica felicidad. Pero comprendí que cuando le era imposible comenzar bien con su trabajo, no existía nada que pudiera recompensar ese hecho. La felicidad que yo tal vez le pude dar, fue sólo un medio y no una meta".

La negrita de la última frase la he puesto yo, ya que al leerla he pensado si el amor es un medio o una meta. Si cambio la palabra «felicidad» por «amor» queda un pensamiento curioso que iguala felicidad con amor y, ambos elementos, felicidad y amor como medios y no metas. Medios que nos conducen o nos permiten acceder a otras cosas.

¿Qué nos permite el amor (o la felicidad) que no podamos conseguir de la misma manera sin ellos?

Pues yo creo que sí, que hay un estado de vida que quizás sea un poco más fácil conseguir con amor y con felicidad (tranquilidad de espíritu) que sin ellos. Lo que no me atrevo es a definirlo.

¿Existe el amor?

Dialbit nos propone para estos días esta extraña pregunta ¿Existe el amor? Posiblemente pueda parecer o ser anacrónico preguntarse hoy día sobre la existencia de este sentimiento. Podremos conversar sobre su duración, quizás sobre sus fases, pero ¿sobre su existencia?

Dos son las líneas que me suscitan esta pregunta. La primera está referida con la «esencia» del amor. Hay en él una mezcla de muchos elementos: deseos sexuales, deseo de compañía, de huída de la soledad y, también, cierto análisis sobre su conveniencia, posibilidad de convivencia en múltiples planos, desde los meramente económicos hasta la mayor o menor convergencia de aficiones, opiniones, etc. Y es en esta línea cuando me pregunto: Y si elimináramos todos estos cálculos y esas necesidades humanas, ¿qué queda del amor?, ¿queda algo?, es decir, ¿existe el amor?

No me atrevo a contestar esta pregunta en esta línea. Las personas somos personas con todas nuestras necesidades, exigencias y expectativas. Si no las tuviéramos en cuenta, la pregunta quedaría en un plano retórico, fuera de la vida real.

Pero hay una segunda línea que me inquieta. Nace del recuerdo de una película: El violinista en el tejado. Un matrimonio judio en Rusia tiene cinco hijas. El matrimonio es pobre y no tiene dote para cuando sus hijas se casen. El padre desearía casar a una de sus hijas con un carnicero, bastantes años mayor que la primogénita y ésta se niega y prefiere casarse con un pobre sastre. El pobre padre, ferviente defensor de la tradición, verá como cada una de sus hijas la rompe en algún aspecto. Aparecen en esta película personajes ya desaparecidos en nuestra sociedad, como la casamentera. Hay un momento en que repudia a una de sus hijas porque se casa con un hombre de religión no judía. La repudia verbalmente, pese a que su corazón la ama como hija.

En una escena, una de las hijas pregunta a su madre si al casarse amaba al padre. La pobre mujer se extraña ante esa pregunta. ¿Amor?, ¿qué es eso? Nunca se había planteado tal pregunta. Dos familias llegaban a un acuerdo de casar a sus hijos, niños todavía, y ninguno se preguntaba absolutamente nada sobre el amor; simplemente se casaban. Luego vivían toda su vida juntos y procuraban todo lo posible para los hijos. Esa pregunta sobre el amor ni se les ocurría. Simplemente vivían juntos.

El recuerdo de esta película me ha inquietado. Quizás el amor, o tenerlo en cuenta, no ha existido siempre. Tal vez sea sólo un sentimiento moderno, algo artificial, al que hoy día damos cierta importancia, pero que quizás durante siglos, milenios tal vez, no haya existido o simplemente no se haya planteado.

¿Existe el amor? Ya no estoy tan seguro, tengo algunas dudas.

La música y la plástica

Antònia, representante de uno de los sindicatos de profesores ha venido una vez más a visitarnos. Todas las organizaciones relacionadas con la izquierda y con los nacionalistas están en pie de guerra en la isla contra el Govern Balear del PP.

En tiempo de recreo unos profesores le han preguntado sobre cómo está la situación de los profesores de Música y Plástica. Estas dos áreas van a ver disminuidas sus horas de clase en Secundaria, según la LOCE (una de las leyes de educación). Nos cuenta Antònia que los profesores de Música se han organizado rápidamente y ya han constituido una plataforma reivindicativa, mientras que a los profesores de Plástica les cuesta organizarse.

Los profesores que estábamos en ese momento en la sala nos hemos sonreído. «Claro, ha dicho uno, los profesores de Música están habituados a tocar en orquesta». Un profesor de Plástica que hasta ese momento estaba reclinado sobre la mesa dibujando a lápiz un boceto ha levantado la cabeza y se ha sonreído. Y al menos en mi mirada ha quedado la imagen del músico que suele tocar junto a los demás y que sabe acoplarse y la imagen del pintor, solitario, individualista, enfrentado al reto de pintar una tela.

Quizás sean imágenes simples y, por tanto, falsas. He rebuscado en mi memoria y la primera imagen que he encontrado es la de un Mozart, inclinado sobre una mesa de billar, escribiendo una partitura al tiempo que juguetea con unas bolas, ajeno por completo al batiburrillo y griterío que en esa misma habitación están protagonizando sus familiares. Es una imagen de la película Amadeus. Pero ese ensimismamiento y acto individual corresponde a un creador musical. Posiblemente la creación sea en la mayoría de las ocasiones un acto individual, mientras que la interpretación es colectiva.

Como imagen de pintor sólo me aparece la de Van Gogh, también recuerdo de una película. O la de Velázquez en este cuadro de Dalí.


Velazquez Painting the Infanta Margarita (1958)


Al final, todas estas imágenes mentales proceden no de la vida real sino de los media. Y son las que conforman mi concepción del mundo. Son «prejuicios», previos a los juicios o razonamientos, y que actúan con gran fuerza sobre mis concepciones. Posiblemente la realidad sea totalmente diferente a como yo la pienso.

Por ejemplo, digo que nací el año de la muerte de Jackson Pollock. Queda muy bien, pero Pollock murió en el 56 y yo nací en el 57. En enero, pero del 57. Ello me sirve, de todas formas, para trenzar una historia del arte. Pollock nació el año de la muerte de Monet, Monet nació el año de la muerte de Rembrandt, que nació el año de la muerte de Caravaggio, Giorgione, tal vez Masaccio, Giotto, Duccio... en fin, hasta un nacimiento incierto. Estas imposturas o inexactitudes más o menos deliberadas me sirven para hacerme un sitio en la historia del arte. De mala manera, pero un sitio.(...)
A mí me gustan más las obras de arte que la historia del arte. La historia del arte la fabrican, o deberían fabricarla, los artistas con sus imposturas, como ese pequeño juego genealógico del que escribía al principio, cuya consecuencia no es sólo rodearme de buenas compañías sino comprobar que Masaccio o el maestro de la Virgen albina no son episodios remotos de un pasado perdido sino mis contemporáneos, movidos por los mismos afanes y las mismas ansias. El arte como metáfora permanentemente móvil y cambiante del Universo, una visión global del mundo, una pintura que establezca relaciones con el mundo, no ya representándolo, una visión en profundidad ante las estandarizadas miradas superficiales. Esto lo dice alguien que siente un profundo amor por la superficie de las cosas, aunque en mi pintura acaben siempre destripadas, abiertas, desgarradas, enseñando sus entrañas.
El arte no es un reflejo de la vida, sino una forma de vida y una bien extraña forma de vida.

Palabras de Miquel Barceló en la Universidad de Oviedo el día siguiente de serle concedido el Premio Príncipe de Asturias)


Posiblemente necesitemos también muchos artistas, tanto músicos como pintores.

¿Discusiones? políticas

Estos días ha habido cierta discusión política. Por mucho que yo quiera desetenderme de esas discusiones, me es imposible. Leo u oigo comentarios y se me enciende la sangre. Las manos se me lanzarían sobre el teclado, pero, en lo que puedo frustro esos impulsos. «Posiblemente no sea sano», pienso. Al poco rato me digo «pero más sano que discutir de manera alocada, sin razonamientos, basándose sólo en suposiciones...». Soy muy crítico ante los juicios sólo basados en suposiciones. ¡Y hay tantas!

Yo quisiera distinguir entre las opiniones que puedan darse en una conversación sin importancia, "opiniones de café", las llamo, como las que se realizan en la calle, en los bares, en el trabajo o en los blogs, de las "institucionales", dadas por políticos en actos públicos. Pero ... tan poco razonadas me parecen unas como otras. Y son estas últimas, las institucionales, las que más me molestan. Acusaciones graves basadas en simples supuestos. Afortunadamente hay uno o dos partidos que me parecen más comedidos, más "ilustrados", más sustanciales en sus críticas y afirmaciones, menos viscerales. Con ello no quiero decir que me convenzan ni que "comulgue" con ellos. No, ni mucho menos, pero sí que son los que más me ayudan a repensar la situación actual. Los otros, en cambio, me da la impresión que su finalidad es la contraria: ensuciar, oscurecer, engañar. Son los que siempre acusan a los demás y piden investigaciones sin cuento.

Queriendo trasladar a este blog una reflexión sobre este tema me encuentro en La Diferencia con un artículo sobre la estupidez
En un artículo "Apología de la Estupidez" de Javier Cercas, publicado en el EPS (El País Semanal) de la semana pasada, encontramos estas líneas:

"El motor que mueve el mundo no es el amor (Dante), ni el sexo (Freud), ni el dinero (Marx), sino la estupidez, hasta el punto de que la inteligencia y la cultura no son más que los vanos intentos que a lo largo del tiempo ha realizado la civilización para combatirla" Matthijs van Boxsel, Enciclopedia de la estupidez.

Reflexiona el articulista: "Tal vez en eso consiste la inteligencia: lo mismo que sólo se puede llegar a la verdad a través del error, sólo se puede llegar a la inteligencia a través de la estupidez".


No sé bien el porqué, pero la lectura de estas líneas me ha aliviado.

¿Merece la pena ser justo?

Ha propuesto para estos días comentar el tema ¿Merece la pena ser justo?

La justicia es una virtud cardinal, junto con la prudencia, la fortaleza y la templanza. Estas cuatro virtudes se llaman cardinales porque son la base de otras virtudes llamadas teologales que son la fe, la esperanza y la caridad.

Son virtudes que se aplican a la persona individual pese a que sus efectos alcancen al grupo social.
Cada persona, se supone, debiera interiorizarlas y ejercitarlas.

La justicia podría definirse como la virtud que consiste en dar a cada uno lo que le pertenece o corresponde. Y aquí es cuando entramos en qué criterios y valores se utilizan para saber qué corresponde o pertenece a cada uno.

La justicia es fuente de multitud de conflictos al no coincidir los criterios y valoraciones que se aplican para determinar lo que pertenece o corresponde a cada uno.

Salomón fue considerado justo y por ello se habla del juicio de Salomón al presentarse dos mujeres reclamando ser madres de un bebé. Utilizó una estratagema que convenció a cuantos observaban ese juicio. Pidió que el bebé fuera partido por la mitad y se diera una mitad a cada una de las mujeres. Aquélla que prefirió salvar la vida del niño, aunque con ello perdiera su deseo de cuidarlo fue considerada por Salomón como la madre auténtica.

Me pregunto si hoy día aceptaríamos como objetiva la decisión de Salomón. Como virtud personal se nos pide a todos que además de ser los criterios para emitir un juicio «buenos», también sean «objetivos». La cuestión no es fácil ante la valoración intuitiva del «me gusta / no me gusta»

La emergencia del «subconsciente» y de los «prejuicios» pusieron en entredicho la «objetividad» de muchos juicios. (siempre me estoy refiriendo al juicio o valoración que cada uno de nosotros hacemos en la vida cotidiana, dejando de lado la actividad judicial). A ello hay que acompañar el desconocimiento, la incomprensión y la pertinencia a culturas o subculturas diferentes que priman ciertos valores y no otros. El hecho es que ante cualquier obra: una película, una novela o sobre lo que ha dicho fulano priman valoraciones intuitivas, no reflexionadas, ¿poco ejercitadas?, que juicios basados en la razón. Actualmente quizás predomine el «me gusta / no me gusta» o el «me va / no me va» intuitivo que el razonamiento basado en el esfuerzo del conocimiento y de la reflexión.

La justicia se basa en él uso de la razón y exige a veces la acción. Ante ello indicaré la frase de Philip Gibbs:
Si hay algo que he aprendido es que la piedad es más inteligente que el odio, que la misericordia es preferible a´la justicia misma, que si uno va por el mundo con mirada amistosa, uno hace buenos amigos


Pero, además de la justicia considerada como una virtud del individuo, consideramos hoy otra justicia llamada «social» no considerada como virtud individual sino como un conjunto de fuerzas de carácter colectivo que actúan como poder.

En la historia es una concepción creo que reciente, quizás del siglo XVIII y que tomó fuerza en el siglo XIX. Su aspiración es construir un orden social «justo». En parte presupone que la gente, colectivamente, está guiada por directivas externas específicas. El conocimiento (las ciencias) y la economía dirigida serían las palancas del poder que podrían dar lugar a una mayor equidad social.

Pero aquí ya me introduzco en otras concepciones muy de actualidad hoy sobre qué fuerzas rigen sobre la economía y si ésta puede ser guiada o no, lo cual ya es demasiado complejo para mí.

Pese a todo lo dicho, no he contestado a la pregunta: ¿Merece la pena ser justo? Contestaré con la frase de Sócrates:
Es peor cometer una injusticia que padecerla porque quien la comete se convierte en injusto y quien la padece no.

A la que añadiré la de Ramón Llull:
La justicia te proporcionará paz, pero también trabajos.

Gracias a Bitácoras.com

Gracias a Bitácoras.com bitacoras.com ha puesto hoy este blog como bitácora del día. Gracias.
Además ha seleccionado la mosca en el bigote de Dalí

¿Es objetiva la historia?

No soy capaz de contestar esta pregunta, pero pensando en ella se me han ocurrido una serie de reflexiones que parecerán exageradas, desorbitadas e incluso fuera de lugar. No por ello dejaré de exponerlas, por lo que os ruego que me perdonéis.

Hablar de historia es hablar de textos escritos que pretenden analizar un acontecimiento ocurrido o un período de tiempo. Es decir: textos escritos que han supuesto un tiempo de escritura y, sobre todo, de investigación. A las personas que escriben estos textos los llamamos historiadores. Escribo estas frases porque quisiera entroncar los textos que tratan sobre la historia con otros tipos de textos como los literarios, que forman parte de la “cultura” escrita de un país.

Cuando repaso los textos literarios, especialmente novelas, de las últimas décadas en España se me crea la imagen de un grupo de editores que deciden publicar unos textos y no otros. No sólo esto, sino que se me figura un entramado de “intelectuales” que en cierta manera deciden lo publicable y lo no publicable.

Así, por ejemplo, se decide o “se pone de moda” publicar literatura “realístico – social” y lo que no quede encuadrado dentro de estos parámetros o bien no se publica o lo publican editores con pocas posibilidades de hacer publicidad o de que esos “otros” tipos de literatura lleguen al público.

Lo digo porque durante un par de décadas el “pensamiento dominante” tenía determinada tendencia política y el escrito o pensamiento distinto y especialmente el opuesto a esa tendencia no era bien visto y, me temo, no era publicable.

¿Ocurre así también con los libros de historia?

Quiero decir que la publicación y publicidad de los escritos sobre temas históricos también están sujetos a los “pensamientos o directrices” de quienes pueden sufragar los gastos que supone la investigación y de aquellas líneas propuestas por los “totems” universitarios. Y, aunque no lo sé, me temo que en los ambientes universitarios y culturales de nuestra sociedad no ha reinado la suficiente libertad para poder hablar de “objetividad de la historia”

Perdonad estas reflexiones exageradas, desorbitadas e incluso fuera de lugar sobre este tema.

Centenario del nacimiento de Salvador Dalí

Centenario del nacimiento de Salvador Dalí El personaje Dalí me resulta estrambótico. Su vida pública fue una perfomance continua: sus bigotes, sus extrañas relaciones con Gala ...Pero queda su obra, aunque apenas conozco la de sus últimos años. Se habló de que firmaba los cuadros en blanco y que otros pintores al servicio de Gala los pintaban. Hay uno o muchos misterios en su vida y en su obra: misterios u oscurantismos. Pese a ello, quedan unos magníficos y extraños cuadros: cuerpos formados por cajones, relojes que se funden, paisajes amplios y desolados, extraños animales ...

Dicen que su obra literaria también es muy buena, incluso mejor que la pictórica.

Valdrá la pena estar a la expectativa de los estudios y publicaciones que se hagan sobre su figura. Quizás también haya alguna exposición.

Ya he hecho un primer trabajo sobre él. Poca cosa todavía: una corta biografía. Dalí promete mucho más.

Velazquez dibujando a la Infanta Margarita con las luces y las sombras de su propia gloria (1958

¿Derechos de los animales o obligaciones de los humanos?

nos plantea este tema para que lo tratemos en los blogs.

¿Derechos de los animales?

Muy difícil me resulta hablar de derechos de los animales cuando me zampo un pollo asado. El primer derecho de todo ser vivo pareciera ser el derecho a la vida, si la historia del mundo o la naturaleza no nos hubiera impuesto a todos el ser depredadores y, a la vez, ser depredados. La vida se sostiene sobre el alimentarnos unos seres de otros seres ...

Los deberes de los humanos

Con todo, los humanos como seres capaces de pensamiento, de la previsión y con potencia más que suficiente para poder transformar el planeta, y, con ello, posibilitar la existencia de multitud de especies animales y vegetales o de desvastarlas, parece que han de adquirir cierta cordura que no sólo posibilite la permanencia de la propia especie humana y de cuantas animales y vegetales le dan sustento, como de aquellas otras que no le resulten dañinas.

Y aquí es donde una duda, un temor me asalta. El género humano se erige como juez de la existencia. ¿No es ser el rey de la creación? Un planeta, la Tierra, por ahora sólo ella, dominada por una especie minoritaria: la humana. Las especies próximas, y otras, no sólo han sido utilizadas para el provecho humano, sino que incluso han sido violentadas en su biología y genética.

¿Parece conveniente y necesario que el ser humano se autoimponga unas limitaciones?

No basta que se respete o no se haga sufrir innecesariamente a individuos de determinadas especies (deber de no maltratar innecesariamente) cuando la explotación de tierras, bosques incluidos, y de mares y océanos provocan y producen no sólo la muerte de individuos sino que llega incluso a la desaparición de especies enteras. Desaparición muchas veces no deseada ni prevista, ni siquiera consciente: matamos sin darnos cuenta.

En algunos casos se producen sustituciones de especies autóctonas por otras existentes en otras latitudes. Algas del Mediterráneo que desaparecen al ser invadidas por otras del Caribe, cangrejos de río, hormigas, aves... La globalización llega también al reino animal.

Preservar el medio ambiente actual para que las generaciones futuras lo conozcan ... parece una acción conveniente, aunque dudo que sea posible salvo que haya una concienciación ciudadana importante y dispuesta a la lucha frente a poderosas empresas.

La desaparición de espacios naturales, bosques, lagunas, ríos. etc. conllevan la desaparición de multitud de animales que en ellos tenían su hábitat. Es la desaparición silenciosa. No hay crueldad sino desconocimiento de muchos y aprovechamiento de otros. Los cambios que producimos sobre la naturaleza no entran en los costes empresariales. Productos químicos que se arrojan a ríos o mares y que producen la huída o muerte de ciertos animales, será un coste social, pero no empresarial.

¿Obligaciones de los humanos?

¿Es el hombre un animal más? ¿Tienen derechos los animales?

nos plantea este tema para que lo tratemos en los blogs.

¿Es el hombre un animal más?

Quizás el género humano se ha considerado a sí mismo como un ser extraño y diferenciado. La religión expresa el mandato de dominar la tierra y presenta la creación del hombre, Adán y Eva, como un hecho singular, diferente a la creación de los animales (o del resto de los animales). Parecía que la inteligencia era privativa del género humano, mientras que el animal poseía una mínima inteligencia que le daba el juego de la predación, pero no suficiente para el pensamiento, la creación de utensilios u objetos, el habla, el dominio del fuego, etc.

Es cierto que el mundo animal es muy diferenciado. Desde animales invisibles a nuestros ojos hasta impresionantes corpachones repletos de fuerza. Se admiraba la velocidad de unos, la fuerza de otros ... Quienes fueron nuestros enemigos porque les servíamos de alimento fueron eliminados en su mayoría. El temor hacia animales considerados como dañinos, tales como el lobo, ha perdurado hasta la actualidad. Animales que consideramos sucios, portadores de enfermedades, tales como las ratas, los seguimos combatiendo con saña. Salvo en algunos hechos poco frecuentes, aquellos animales que nos atacaban, si no eliminados, fueron confinados lejos de las poblaciones. Quedaban animales invisibles que no sabíamos que también nos llegaban a producir la muerte.

Como rey de la creación, el género humano utilizaba algunos animales en su provecho, además de para su alimentación.

Es esto un científico, un observador de la naturaleza nos plantea una nueva teoría: la evolución. Y en ella aparece el hombre como un eslabón más. Los periódicos de la época dibujaron a Darwin como un mono, ya chimpancé, ya gorila. Si el pensamiento humano había cambiado al desplazarnos Copérnico a un rincón de la galaxia, ahora aparecía otro gran salto que modificaba los parámetros. Este pensamiento destronaba al género humano como rey de la creación y lo establecía entre los demás seres del planeta.

A partir de este momento los cambios son enormes en los campos social y económico. Grandes ciudades que necesitan ser alimentadas por lo que los productos animales pasan a ser mercancías. Gran parte de la sociedad abandona el campo ya que éste no necesita la mano de obra que anteriormente se utilizaba. La mecanización, la producción industrial y el pensamiento basado en máximo beneficio con mínimo coste hace que animales que antes convivían junto a las personas pasen a ser confinados en granjas masivas y a exprimirlos al mayor grado posible. Pero toda esta explotación queda oculta a gran parte de la población.

Al mismo tiempo en uno de los medios de comunicación de masas más influyente aparece un creador que nos muestra a simpáticos animales que, además de hablar - como en las fábulas antiguas - bailan, cantan, tienen emociones, piensan, se relacionan ... Es un mundo de ficción animado en que los animales aparecen con todos los atributos humanos. Y la influencia de Disney sobre todas las capas sociales es enorme. Un mundo feliz, de animales sonrientes que esperan las caricias de manos humanas.

Quizás H.G.Wells no fuera un visionario pese a sus celebérrimas obras La máquina del tiempo o El hombre invisible. Pero es en La isla del doctor Moreau donde nos muestra un doctor (¿investigador?) que en una no habitada isla, lejos de las miradas humanas, va dando forma humana a los animales. El lugar donde los opera o transforma es llamada la casa del dolor. Es un relato escalofriante. Monstruos de apariencias humanas se reunen para escuchar la palabra, que es la ley a obedecer

El género humano parece ser la especie animal capaz de modificar y transformar los hábitats en los que vive con tal fuerza que puede llegar a transformar todo el planeta con todos los seres que en él existen. Utilizamos los animales de todas las formas posibles en busca de nuestro provecho. Para nosotros son seres sin derecho alguno. De vez en cuando algunas imágenes hieren la sensibilidad de algunas personas, pero de una manera u otra, la explotación de mundo animal prosigue imparablemente. Las leyes del mercado mandan.

Pedro Páez, ¿el primer europeo que tomó café?

El domingo pasado, 30 de noviembre, en el programa de TV2 Negro sobre Blanco, presentado y dirigido por Sánchez Dragó, varios escritores, entre ellos Javier Reverte, hablaron de Pedro Páez, un jesuita del s. XVI que, además de ser, por lo que parece, el primer europeo que tomó café, fue el primer europeo que descubrió las fuentes del Nilo Azul en Etiopía.

Este programa, Negro sobre Blanco lo emiten los domingos por la noche. Yo dejo el vídeo preparado para grabarlo, junto al programa Redes y lo veo el sábado siguiente. En este caso, ayer.
Siento no conocer si el programa de Sánchez Dragó tiene alguna web que resuma, cuente, complemente los programas ofrecidos, ya que me serviría para conocer e investigar sobre los contenidos que ofrece.

El programa al que me refiero trataba la figura de Pedro Páez, figura desconocida al parecer en España, aunque no así en Etiopía. El escritor y viajero Javier Reverte lo descubrió en uno de sus viajes y lo ha dado a conocer en Dios, el diablo y la aventura. También estaban en este programa otros escritores que habían viajado a Etiopía y habían conocido hechos sobre el protagonista de este artículo.



Pedro Páez nació en España, en un pueblecito de Madrid. Estudió en Portugal en un tiempo en que las dos Coronas, Portugal y España, estaban unidas. Fue jesuita y enviado a evangelizar Etiopía, desde Goa. Era un hombre ilustrado, conocía varias lenguas y aprendió las de los países y lugares donde iba. Su viaje fue una aventura, ya que cayó preso de beduinos y, atado a la cola de un camello, atravesó uno de los desiertos del Yemen.

Ya en Etiopía, evangelizó y llegó a convertir al emperador que reinaba en esa época. Construyó varias iglesias y escribió en portugués un libro titulado Historia de Etiopia y que fue editado en 1945, del que no hay traducción castellana. De este libro, en tres tomos, parece haber muy pocos ejemplares. En una biblioteca de España sólo hay uno de los tres tomos. Pero Javier Reverte indica que él lo posee íntegro y que, gracias a su conocimiento, se interesó por la figura de Pedro Páez, viajó a Etiopía en busca de sus huellas y escribió el libro anteriormente mencionado.



Allá en Etiopía, a pesar de los cuatrocientos años transcurridos, su nombre no ha sido olvidado, sino que ha permanecido en relación a las iglesias por él construidas (debo decir que Pedro Páez había estudiado también arquitectura) y, aunque su memoria como evangelizador ya no existía, sí permanece una memoria de hombre bueno y sabio.

En Etiopía, en un paisaje verde y húmedo donde son abundantes las lluvias, Pedro Páez se dio cuenta del lugar donde nacía el Nilo Azul y así lo escribió en su libro. Ciento cincuenta años después, un islandés, James Bruce, se atribuyó a sí mismo este descubrimiento.

Etiopía es, para mí al menos, un país desconocido. Había oído hablar de Salomón y La Reina de Saba, así como del café etíope, que Pedro Páez probó (y lo cuenta en el libro), del rito copto y había visto algunas imágenes religiosas muy coloreadas, así como había oído el nombre de uno de los últimos emperadores.



Para acabar este poco documentado artículo pongo unos enlaces sobre todo este tema:

Las fuentes del Nilo Azul.

Semblanza de Pedro Páez

El Mundo: Odisea africana de un misionero español

Unesco: Aplacar las iras del Nilo

Cuenta Javier Reverte que buscó información bibliográfica sobre este personaje. No encontró nada salvo en una sede jesuítica de Portugal en escritos relacionados con la evangelización del siglo XVI.

Estos días, tal como puede leerse en uno de los enlaces señalados, se pondrán unas placas en sus iglesias de Etiopía y se traducirá y publicará su libros sobre Etiopía.